"¿CLEPTOMANIA?... ¿O NECESIDAD?"
Cleptomanía.
¿Qué placer?...
¿Cuando entro en una tienda?…
¿O un gran supermercado?…
¿Lleno de cosas bonitas?…
¿Repleto de caras serias?
¿Qué agonía?... ¿Qué presteza?…
¿Qué tormento?… ¿Que belleza?...
¿Cuándo contemplo de cerca?…
¿Tanta y tanta maravilla?…
¿En muchas cosas pequeñas?
Oigo conversaciones…
De clientes y cajeras…
De gentes que van y vienen…
Y otras, salen por la puerta.
Es mi mayor placer…
Y mi locura terrena…
Cuando guardo en mis bolsillos…
Aquellas cosas pequeñas.
De color anaranjado…
Con destellos relucientes…
Como estrellas refulgentes…
En camisa de un soldado.
Me siento más complaciente…
Del pecar, y del pecado…
Me encamino a la salida…
De este gran supermercado.
Alguien me tuvo que ver…
Me llaman… Yo sigo andando…
Con dignidad de Marqués…
Y rigidez de soldado.
¡Eh oiga usted!...
Lleva lo que no ha pagado.
Salgo a la calle a correr…
Entre coches aparcados…
Me sumerjo con las gentes…
Despistando a los corsarios.
Subo a mi coche y contemplo…
Aquel brillante tesoro…
Siete tuercas, tres tornillos…
Relucientes como el oro.
Con ojos de enamorado…
También recuento un candado.
¿Qué placer?...
¿Cuando entro en una tienda?…
¿O un gran supermercado?…
¿Lleno de cosas bonitas?…
¿Repleto de caras serias?
¿Qué agonía?... ¿Qué presteza?…
¿Qué tormento?… ¿Que belleza?...
¿Cuándo contemplo de cerca?…
¿Tanta y tanta maravilla?…
¿En muchas cosas pequeñas?
Oigo conversaciones…
De clientes y cajeras…
De gentes que van y vienen…
Y otras, salen por la puerta.
Es mi mayor placer…
Y mi locura terrena…
Cuando guardo en mis bolsillos…
Aquellas cosas pequeñas.
De color anaranjado…
Con destellos relucientes…
Como estrellas refulgentes…
En camisa de un soldado.
Me siento más complaciente…
Del pecar, y del pecado…
Me encamino a la salida…
De este gran supermercado.
Alguien me tuvo que ver…
Me llaman… Yo sigo andando…
Con dignidad de Marqués…
Y rigidez de soldado.
¡Eh oiga usted!...
Lleva lo que no ha pagado.
Salgo a la calle a correr…
Entre coches aparcados…
Me sumerjo con las gentes…
Despistando a los corsarios.
Subo a mi coche y contemplo…
Aquel brillante tesoro…
Siete tuercas, tres tornillos…
Relucientes como el oro.
Con ojos de enamorado…
También recuento un candado.
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