“DEDICADA…A LOS EMIGRANTES SUDAMERICANOS”
(III)
Caminábamos juntos…
Sin decir palabra alguna...
Más su prestancia graciosa… Y su grácil caminar...
Conmovían mi alma…Mi desazón…Pedía calma.
Parte de mi cerebro, se abotargába…
Con imágenes lujuriosas...
Indebidas, obscenas... Ardorosas.
Más por otra parte…
Luchaba como un titán...
Para apartar de mi mente...
Aquellas sucias escenas.
Me senté frente a ella.
Se quitó… Voluptuosamente el sombrero…
Su hermoso pelo negro, como alas de cuervo...
Le caían en cascada... Sobre sus hombros morenos.
Me miró solo un instante…
Mitad luz… Mitad hambre...
Preñada de promesas...
Promesas realizables.
Vi un mar embravecido…
Con profundidad ignota...
En su mirar y su forma...
Y en su fuerte poderío.
Sus dos bellísimos ojos…
Negros como su pelo…
Con sus maneras y formas.
Sacaron chispas, de donde ya había fuego.
La bella pastora, con último movimiento…
Exento de gracia, apartó...
Su pesado chaquetón.
Me miró muy fijamente…
Y se ofreció toda ella…
Como ofrenda a un valiente...
Que acaba de ver la muerte...
Adornando las estrellas.
El hechizo, prendióme por entero…
Subyugante y plañidero...
En mi pesar... Me recordaba mi pueblo.
Caminábamos juntos…
Sin decir palabra alguna...
Más su prestancia graciosa… Y su grácil caminar...
Conmovían mi alma…Mi desazón…Pedía calma.
Parte de mi cerebro, se abotargába…
Con imágenes lujuriosas...
Indebidas, obscenas... Ardorosas.
Más por otra parte…
Luchaba como un titán...
Para apartar de mi mente...
Aquellas sucias escenas.
Me senté frente a ella.
Se quitó… Voluptuosamente el sombrero…
Su hermoso pelo negro, como alas de cuervo...
Le caían en cascada... Sobre sus hombros morenos.
Me miró solo un instante…
Mitad luz… Mitad hambre...
Preñada de promesas...
Promesas realizables.
Vi un mar embravecido…
Con profundidad ignota...
En su mirar y su forma...
Y en su fuerte poderío.
Sus dos bellísimos ojos…
Negros como su pelo…
Con sus maneras y formas.
Sacaron chispas, de donde ya había fuego.
La bella pastora, con último movimiento…
Exento de gracia, apartó...
Su pesado chaquetón.
Me miró muy fijamente…
Y se ofreció toda ella…
Como ofrenda a un valiente...
Que acaba de ver la muerte...
Adornando las estrellas.
El hechizo, prendióme por entero…
Subyugante y plañidero...
En mi pesar... Me recordaba mi pueblo.
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