"LA INMORALIDAD DE LOS RICOS Y PODEROSOS CATALANES": "EN LA CLASE ALTA BARCELOSA, ERA CORRIENTE LOS LIOS E INTERCAMBIO DE PAREJAS".
"Lluïsa Sallent: "En la clase alta barcelonesa era común, el intercambio de parejas".
"He sido mejor escultora que pintora, trabajé a corazón abierto, autodidacta, por instinto". "Durante años nos escondimos: no fui su esposa pero sí su mujer, y moralmente me siento su viuda".
"Lluïsa Sallent en su ático de la calle Ganduxer desde donde ha novelado la vida del pintor Fortuny Mané Espinosa
"N.E.27.04.2015."Nadie
diría que ha cumplido 81 años y que hace seis meses sufrió un ictus.
Memoria intacta, tipo impresionante. Es una mujer con temperamento y en
su casa huele a café hecho con cafetera italiana, de las de toda la
vida. Nos mira desde la entrada la estatua de una mujer con trenza,
"creo que será mi última escultura. No tendré más fuerza física".
"Lluïsa Sallent, la que fue última compañera sentimental de Juan Antonio Samaranch, acaba de publicar Fortuny, historia de una pasión (Plataforma Editorial), una biografía novelada. Lleva dos anillos unidos en los dedos corazón y anular de la mano derecha, "un invento que me permite corregir la deformación de los huesos".
Durante la guerra civil mataron a su abuelo. Su madre tenía 21 años y usted uno.
Y mi padre nos abandonó a mi madre y a mí. Bueno, es peor: mi padre facilitó la muerte de mi abuelo. Nos acogió mi abuela materna. Sólo pude ir a escuela hasta los doce años, tenía que ayudar a vender leche en la granja. Al morir mi abuela el hereu se quedó con todo y nos echó de esa casa. Con catorce años tuve que buscarme la vida: trabajé en una carnicería hasta los diecisiete y luego en un despacho".
Se hizo amiga de Pere Pruna.
Él pesaba 120 kilos, era un Diego Rivera, y me permitió ver cómo trabajaba. Me decía "¡es que tú pintas como un hombre, Luisa, tan fuerte!", no sé, es cierto que luego con la escultura fui valiente, me ha gustado aplicar esa fuerza a la piedra, bloques de dos metros... Yo descubrí que era escultura esculpiendo, no antes".
Hay esculturas suyas en el Gran Teatro del Liceu, en el Palau de la Música, en Lausanne...
Yo no tenía ninguna formación, he pintado a corazón abierto y he sido mejor escultora que pintora, pero autodidacta. Por instinto".
Empezó a pintar tarde.
A los 33 años. Un buen día mi marido, que no sabía qué regalarme, me dio un caballete profesional. ¿Qué hago yo? pensé. Lo primero que pinté fue la tata Guadalupe que cuidaba a mis hijos. Luego sería mi modo de vida".
¿Por eso ha sufrido tanto con la vida de Marià Fortuny?
Infinidad, porque puedo entenderlo. ¡Fue el pintor español vivo mejor pagado de la historia! Y ese pobre hombre se vio aprisionado: llevaba un tren de vida que le obligaba a pintar lo que los demás querían, no lo que él sentía. A mi eso también me ocurrió. Fortuny, que fue el pintor que descubrió la luz... En África".
En contra de quienes dicen que su mujer le envenenó usted se atreve a ver un suicidio.
Sí, yo creo que se mató. Le cortaron las alas. No podía seguir en esa falsedad que le oprimía".
A los 19 años usted fue modelo de los salones del Ritz. No había llevado tacones nunca.
Fue raro, yo soy larga, kilométrica, ahora está de moda pero entonces no, todos los hombres me llegaban por el hombro. A las altas nos vestían fatal, medio desgarbadas, con faldas por debajo de la rodilla. Así que fui a acompañar a una amiga y acabaron por tomarme las medidas a mí. Entonces tenía una cintura de 56 centímetros, pecho y caderas de 98. Allí aprendí la calidad de los tejidos, cierto estilo. Ganaba el doble que en el despacho".
En el pueblo lo interpretaron muy mal.
Algunos como unas fieras, querían encerrarme en un reformatorio. Mi madre sufría, "tendrás tentaciones". De acuerdo, pero yo tenía confianza en mí misma".
A los veinte años conoce a Juan Antonio Samaranch, que será el padrino de su boda.
Me casé con un amigo suyo que me llevaba 14 años. Un hombre cuya condición económica me permitió disfrutar de una vida de élite. Pero resultó ser temible...
La noticia de sus malos tratos salió incluso publicada en el Diario de Barcelona.
Sí, la asistenta se asustó tanto con la paliza que llamó a la policía. Mi marido se mostró prepotente, les echó. En aquella época no podías decir eso ni a las amigas. Basta con mirar lo que yo pintaba entonces, mire, todo oscuro, dramático... Tenía unos 36 años. Acabé separándome, pasé una tuberculosis y murió mi madre; así que me encontré muy sola y con una pensión limitadísima para mantener a mis hijos de 10 y 11 años. Me refugié en la pintura y pude ganarme así la vida bastante bien. Luego inicié otra relación amorosa".
Siempre se ha reinventado, usted. Resurgir no es fácil.
Sí, pero tampoco funcionó. Era un hombre rico, poderoso, que no soportó que yo no quisiera casarme con él".
La segunda fortuna de Catalunya, decían.
Era mi jefe, un hombre inteligentísimo a quien apreciaba pero no quería por marido. Le llamé Teacher en mi biografía, su apellido era Mestre. Se sintió ofendido... me despidió de golpe y sin indemnización. Hoy le dirían bullying".
¿Prepotencia de género o de clase social?
En este caso fue masculina por parte de un hombre -yo creo que impotente- que quería aparentar. Esta gente a veces olvida que no todo puede comprarse".
Usted ya tenía 56 años, se queda sin trabajo ni futuro. Y entonces se reencuentra con Samaranch. Él vivía solo en Suiza y su mujer en Barcelona.
Nos amamos. Compartí con él, durante 18 años, un amor sincero hasta su muerte, hace cinco".
En su familia no la aceptaron. Días después del entierro uno de los hijos le confesó que había impedido su matrimonio. ¿Temían por la herencia?
No sé, supongo. Al morir Juan Antonio creo que lo mínimo que yo merecía era un respeto por parte de ellos. Fui la compañera de su padre, le dediqué años de amor".
Por eso escribió Vidas y apariencias. Sin concesiones.
Necesitaba sacarlo todo para paliar esa sensación de indefensión. No fui su esposa, pero sí su mujer. Moralmente, yo me siento su viuda".
¿El intercambio de parejas de la época es una leyenda?
Era muy habitual. Entre la clase alta barcelonesa era común el intercambio de parejas. Los matrimonios se forjan por amor o por conveniencia. Estos últimos no funcionan como lo que entendemos por "pareja completa". Así que cada uno debía resolver sus carencias afectivas y sexuales. Se daban permiso. Era un acuerdo, un pacto de protección entre ellos. Cuando yo me casé, Juan Antonio se entendía con una señora y Bibís tenía su vida".
La suya era una competidora difícil. No se parecían ustedes en nada.
Éramos las dos caras de una moneda. Bibís, hija de una señora inglesa, educada en una escuela alemana y que hablaba francés. Rubia. Yo, en las antípodas".
¿Qué le enamoró a usted del presidente del COI?
Su fragilidad. A pesar de que necesitaba ser el número uno y lo consiguió, era ambicioso, se sentía solo. Era muy sensible y la sensibilidad te quita poder. Con su esposa vivía la vida social de puertas afuera, conmigo el amor privado. Durante años nos vimos en secreto, nos escondimos".
¿Ni una aparición pública?
No en doce años. En Suiza vivíamos en habitaciones contiguas del mismo hotel. ¡Era fantástico! Se puede tener sexo por amor sin estar enamorado. A Bibís no le interesaba saber".
¿Y la brigada del amanecer?
Eso arrastra una connotación despectiva. Se refería a los jóvenes de la edad de Juan Antonio cuando volvían de juerga, pero hacía referencia a un bando de la guerra. La brigada del amanecer actuaba impunemente de madrugada...
Le pidió que se casara con él en dos ocasiones.
Sí, en la clínica. Pero yo no me veía viviendo en su casa, todo lleno de recuerdos de Bibís, aquella alfombra roja que parecía Hollywood... Le dije "no funcionará".
¿Su espacio es innegociable?
Me ocurrió con mis hijos: los he amado mucho pero mi vida no se justifica solamente por ellos. A veces pienso que, en una segunda vida, me hubiera gustado estar libre para saber hasta dónde habría podido llegar sola. En su momento tuve la oportunidad de ir a hacer escultura en EE.UU. ¿Pero dónde iba yo con los hijos?".
"Lluïsa Sallent, la que fue última compañera sentimental de Juan Antonio Samaranch, acaba de publicar Fortuny, historia de una pasión (Plataforma Editorial), una biografía novelada. Lleva dos anillos unidos en los dedos corazón y anular de la mano derecha, "un invento que me permite corregir la deformación de los huesos".
Durante la guerra civil mataron a su abuelo. Su madre tenía 21 años y usted uno.
Y mi padre nos abandonó a mi madre y a mí. Bueno, es peor: mi padre facilitó la muerte de mi abuelo. Nos acogió mi abuela materna. Sólo pude ir a escuela hasta los doce años, tenía que ayudar a vender leche en la granja. Al morir mi abuela el hereu se quedó con todo y nos echó de esa casa. Con catorce años tuve que buscarme la vida: trabajé en una carnicería hasta los diecisiete y luego en un despacho".
Se hizo amiga de Pere Pruna.
Él pesaba 120 kilos, era un Diego Rivera, y me permitió ver cómo trabajaba. Me decía "¡es que tú pintas como un hombre, Luisa, tan fuerte!", no sé, es cierto que luego con la escultura fui valiente, me ha gustado aplicar esa fuerza a la piedra, bloques de dos metros... Yo descubrí que era escultura esculpiendo, no antes".
Hay esculturas suyas en el Gran Teatro del Liceu, en el Palau de la Música, en Lausanne...
Yo no tenía ninguna formación, he pintado a corazón abierto y he sido mejor escultora que pintora, pero autodidacta. Por instinto".
Empezó a pintar tarde.
A los 33 años. Un buen día mi marido, que no sabía qué regalarme, me dio un caballete profesional. ¿Qué hago yo? pensé. Lo primero que pinté fue la tata Guadalupe que cuidaba a mis hijos. Luego sería mi modo de vida".
¿Por eso ha sufrido tanto con la vida de Marià Fortuny?
Infinidad, porque puedo entenderlo. ¡Fue el pintor español vivo mejor pagado de la historia! Y ese pobre hombre se vio aprisionado: llevaba un tren de vida que le obligaba a pintar lo que los demás querían, no lo que él sentía. A mi eso también me ocurrió. Fortuny, que fue el pintor que descubrió la luz... En África".
En contra de quienes dicen que su mujer le envenenó usted se atreve a ver un suicidio.
Sí, yo creo que se mató. Le cortaron las alas. No podía seguir en esa falsedad que le oprimía".
A los 19 años usted fue modelo de los salones del Ritz. No había llevado tacones nunca.
Fue raro, yo soy larga, kilométrica, ahora está de moda pero entonces no, todos los hombres me llegaban por el hombro. A las altas nos vestían fatal, medio desgarbadas, con faldas por debajo de la rodilla. Así que fui a acompañar a una amiga y acabaron por tomarme las medidas a mí. Entonces tenía una cintura de 56 centímetros, pecho y caderas de 98. Allí aprendí la calidad de los tejidos, cierto estilo. Ganaba el doble que en el despacho".
En el pueblo lo interpretaron muy mal.
Algunos como unas fieras, querían encerrarme en un reformatorio. Mi madre sufría, "tendrás tentaciones". De acuerdo, pero yo tenía confianza en mí misma".
A los veinte años conoce a Juan Antonio Samaranch, que será el padrino de su boda.
Me casé con un amigo suyo que me llevaba 14 años. Un hombre cuya condición económica me permitió disfrutar de una vida de élite. Pero resultó ser temible...
La noticia de sus malos tratos salió incluso publicada en el Diario de Barcelona.
Sí, la asistenta se asustó tanto con la paliza que llamó a la policía. Mi marido se mostró prepotente, les echó. En aquella época no podías decir eso ni a las amigas. Basta con mirar lo que yo pintaba entonces, mire, todo oscuro, dramático... Tenía unos 36 años. Acabé separándome, pasé una tuberculosis y murió mi madre; así que me encontré muy sola y con una pensión limitadísima para mantener a mis hijos de 10 y 11 años. Me refugié en la pintura y pude ganarme así la vida bastante bien. Luego inicié otra relación amorosa".
Siempre se ha reinventado, usted. Resurgir no es fácil.
Sí, pero tampoco funcionó. Era un hombre rico, poderoso, que no soportó que yo no quisiera casarme con él".
La segunda fortuna de Catalunya, decían.
Era mi jefe, un hombre inteligentísimo a quien apreciaba pero no quería por marido. Le llamé Teacher en mi biografía, su apellido era Mestre. Se sintió ofendido... me despidió de golpe y sin indemnización. Hoy le dirían bullying".
¿Prepotencia de género o de clase social?
En este caso fue masculina por parte de un hombre -yo creo que impotente- que quería aparentar. Esta gente a veces olvida que no todo puede comprarse".
Usted ya tenía 56 años, se queda sin trabajo ni futuro. Y entonces se reencuentra con Samaranch. Él vivía solo en Suiza y su mujer en Barcelona.
Nos amamos. Compartí con él, durante 18 años, un amor sincero hasta su muerte, hace cinco".
En su familia no la aceptaron. Días después del entierro uno de los hijos le confesó que había impedido su matrimonio. ¿Temían por la herencia?
No sé, supongo. Al morir Juan Antonio creo que lo mínimo que yo merecía era un respeto por parte de ellos. Fui la compañera de su padre, le dediqué años de amor".
Por eso escribió Vidas y apariencias. Sin concesiones.
Necesitaba sacarlo todo para paliar esa sensación de indefensión. No fui su esposa, pero sí su mujer. Moralmente, yo me siento su viuda".
¿El intercambio de parejas de la época es una leyenda?
Era muy habitual. Entre la clase alta barcelonesa era común el intercambio de parejas. Los matrimonios se forjan por amor o por conveniencia. Estos últimos no funcionan como lo que entendemos por "pareja completa". Así que cada uno debía resolver sus carencias afectivas y sexuales. Se daban permiso. Era un acuerdo, un pacto de protección entre ellos. Cuando yo me casé, Juan Antonio se entendía con una señora y Bibís tenía su vida".
La suya era una competidora difícil. No se parecían ustedes en nada.
Éramos las dos caras de una moneda. Bibís, hija de una señora inglesa, educada en una escuela alemana y que hablaba francés. Rubia. Yo, en las antípodas".
¿Qué le enamoró a usted del presidente del COI?
Su fragilidad. A pesar de que necesitaba ser el número uno y lo consiguió, era ambicioso, se sentía solo. Era muy sensible y la sensibilidad te quita poder. Con su esposa vivía la vida social de puertas afuera, conmigo el amor privado. Durante años nos vimos en secreto, nos escondimos".
¿Ni una aparición pública?
No en doce años. En Suiza vivíamos en habitaciones contiguas del mismo hotel. ¡Era fantástico! Se puede tener sexo por amor sin estar enamorado. A Bibís no le interesaba saber".
¿Y la brigada del amanecer?
Eso arrastra una connotación despectiva. Se refería a los jóvenes de la edad de Juan Antonio cuando volvían de juerga, pero hacía referencia a un bando de la guerra. La brigada del amanecer actuaba impunemente de madrugada...
Le pidió que se casara con él en dos ocasiones.
Sí, en la clínica. Pero yo no me veía viviendo en su casa, todo lleno de recuerdos de Bibís, aquella alfombra roja que parecía Hollywood... Le dije "no funcionará".
¿Su espacio es innegociable?
Me ocurrió con mis hijos: los he amado mucho pero mi vida no se justifica solamente por ellos. A veces pienso que, en una segunda vida, me hubiera gustado estar libre para saber hasta dónde habría podido llegar sola. En su momento tuve la oportunidad de ir a hacer escultura en EE.UU. ¿Pero dónde iba yo con los hijos?".
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