"¡FUEGO!... EN EL MISMO INFIERNO"
Amor... De fuego.
Un ardiente calorcillo...
Va invadiendo mis venas...
Al contemplar tus rodillas...
Y entrever tus entrepiernas.
Eres mujer de mundo...
Esplendorosa, osada, despierta.
Me miras, te doy pena.
Tus dedos...
Como junquillos de río...
Gira tu falda...
Abriendo la cremallera.
Dejas caer el vestido...
Te quitas la blusa negra.
Quedas como te han parido...
Y mi impaciencia despiertas.
Con imágenes obscenas...
Tú esplendorosa figura...
Despiertan celos y dudas...
Tocando tu piel de seda.
Tus labios...
Como fruto de verano...
Me besan, y me envenenan.
Con el placer de un tarado...
Succiono con vehemencia...
Tus rizos ensortijados...
Y tu fuente de princesa.
Con lujuria de hombre joven...
De hombre experimentado...
Acaricio tus turgencias...
Suaves como el nácar...
Y duras como mis penas.
Mi hombría, en la fuente de la vida...
Llenando sus recovecos, en bienal compañía.
¿He sido tuyo?... ¿Has sido mía?...
Sí mis manos y mis besos...
Te acarician todavía.
Tu mirada me suplica, y tu boca me reclama...
Como una carta secreta...
Reclamada por las llamas.
En un río de tinta que invade...
La poesía del momento... Del instante.
Eres...
Como una novia distante...
Una mujer de mundo...
Una hembra muy errante.
“Codicioso de soltero...
Desmembrado de casado.
Hay quién lee cien mil cuentos...
Y otros son escalabrados”
Un ardiente calorcillo...
Va invadiendo mis venas...
Al contemplar tus rodillas...
Y entrever tus entrepiernas.
Eres mujer de mundo...
Esplendorosa, osada, despierta.
Me miras, te doy pena.
Tus dedos...
Como junquillos de río...
Gira tu falda...
Abriendo la cremallera.
Dejas caer el vestido...
Te quitas la blusa negra.
Quedas como te han parido...
Y mi impaciencia despiertas.
Con imágenes obscenas...
Tú esplendorosa figura...
Despiertan celos y dudas...
Tocando tu piel de seda.
Tus labios...
Como fruto de verano...
Me besan, y me envenenan.
Con el placer de un tarado...
Succiono con vehemencia...
Tus rizos ensortijados...
Y tu fuente de princesa.
Con lujuria de hombre joven...
De hombre experimentado...
Acaricio tus turgencias...
Suaves como el nácar...
Y duras como mis penas.
Mi hombría, en la fuente de la vida...
Llenando sus recovecos, en bienal compañía.
¿He sido tuyo?... ¿Has sido mía?...
Sí mis manos y mis besos...
Te acarician todavía.
Tu mirada me suplica, y tu boca me reclama...
Como una carta secreta...
Reclamada por las llamas.
En un río de tinta que invade...
La poesía del momento... Del instante.
Eres...
Como una novia distante...
Una mujer de mundo...
Una hembra muy errante.
“Codicioso de soltero...
Desmembrado de casado.
Hay quién lee cien mil cuentos...
Y otros son escalabrados”
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