"SUEÑOS TRUNCADOS, DE ESPAÑOLES PARADOS".
(4)
“SUEÑO Y ROMANCE”.
“ENCUENTRO CON UNA PASTORA”.
La joven se levantó;
y estrechó su cerco,
cual galope frenético...
De una indigente caballería.
Atacando indiferente;
Sin atino ni acierto,
los muros, de un castillo del Medioevo.
Temblando de codicia insana;
acaricie, aquellos frutos arrolladores,
eran suaves como la seda...
Pero ardían como el fuego.
Mis labios se sumergieron;
impacientes por beber,
de aquel fruto virginal...
Donde la naturaleza nace.
Preñado de muchos sabores...
Escondiendo su tesoro.
Mis ojos, se sumergíeron;
en las aguas placenteras,
de aquellos otros...
En donde solo veía promesas.
¡Una y mil veces!... La hice mía;
Ese fue mi consuelo, mis alegrías.
Su virginal cuerpo;
fue profanado,
Más ella, continuaba y proseguía...
Incólume, insaciable, con valentia.
Gritaba con osadía;
la rebelión de su cuerpo.
¿De la Gloria? ...¿Del Infierno?.
¿De la vorágine, de sus propios sentimientos?.
Noté a faltar el aire;
y el fresco, aliento en mi cuerpo,
la gloriosa aldeana...
Ardía a fuego lento.
Al cabo de muchas horas;
de descansar casi inerte,
desperté y de repente...
La pastora era ausente.
¡Quise gritar su nombre!;
más recordé, que en el amor no cabía,
me levanté como pude...
¿Para qué gastar saliva?.
Que los sueños, sueños son;
Y no tienen más salida.
“SUEÑO Y ROMANCE”.
“ENCUENTRO CON UNA PASTORA”.
La joven se levantó;
y estrechó su cerco,
cual galope frenético...
De una indigente caballería.
Atacando indiferente;
Sin atino ni acierto,
los muros, de un castillo del Medioevo.
Temblando de codicia insana;
acaricie, aquellos frutos arrolladores,
eran suaves como la seda...
Pero ardían como el fuego.
Mis labios se sumergieron;
impacientes por beber,
de aquel fruto virginal...
Donde la naturaleza nace.
Preñado de muchos sabores...
Escondiendo su tesoro.
Mis ojos, se sumergíeron;
en las aguas placenteras,
de aquellos otros...
En donde solo veía promesas.
¡Una y mil veces!... La hice mía;
Ese fue mi consuelo, mis alegrías.
Su virginal cuerpo;
fue profanado,
Más ella, continuaba y proseguía...
Incólume, insaciable, con valentia.
Gritaba con osadía;
la rebelión de su cuerpo.
¿De la Gloria? ...¿Del Infierno?.
¿De la vorágine, de sus propios sentimientos?.
Noté a faltar el aire;
y el fresco, aliento en mi cuerpo,
la gloriosa aldeana...
Ardía a fuego lento.
Al cabo de muchas horas;
de descansar casi inerte,
desperté y de repente...
La pastora era ausente.
¡Quise gritar su nombre!;
más recordé, que en el amor no cabía,
me levanté como pude...
¿Para qué gastar saliva?.
Que los sueños, sueños son;
Y no tienen más salida.
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