"SUEÑOS TRUNCADOS, DE ESPAÑOLES PARADOS".
(3)
“SUEÑO Y ROMANCE”.
“ENCUENTRO CON UNA PASTORA”.
Caminábamos juntos;
Sin decir palabra alguna,
Más su prestancia graciosa,
Y su grácil caminar...
Me enardecia la Pastora.
Conmovía mi alma;
mi desazón, me pedía calma.
Parte de mi cerebro, se abotargába;
Con imágenes lujuriosas,
indebidas, obscenas, ardorosas.
Más por otra parte;
luchaba como un titán,
para apartar de mi mente...
Esas escenas ardientes.
Me senté frente a ella;
la miré frente a frente.
Se quitó, voluptuosamente el sombrero;
su hermoso pelo negro,
como alas de cuervo,
le caían en cascada...
Sobre sus hombros morenos.
Me miró solo un instante;
mitad luz, mitad hambre,
preñada de promesas...
Promesas realizables.
Vi un mar embravecido;
con profundidad ignota,
en su mirar y su forma...
Y en su fuerte poderío.
Sus dos bellísimos ojos;
negros como su pelo,
con sus maneras y formas,
sacaron chispas, de donde ya había fuego.
La bella pastora, con último movimiento;
lleno de gracia y salero,
su pesado chaquetón.
Me miró muy fijamente;
y se ofreció toda ella,
como ofrenda a un valiente...
Que acaba de ver la muerte.
Adornando las estrellas;
el hechizo, prendió por dentro,
subyugante y plañidero,
en mi pesar...
Me recordaba a mi pueblo.
“SUEÑO Y ROMANCE”.
“ENCUENTRO CON UNA PASTORA”.
Caminábamos juntos;
Sin decir palabra alguna,
Más su prestancia graciosa,
Y su grácil caminar...
Me enardecia la Pastora.
Conmovía mi alma;
mi desazón, me pedía calma.
Parte de mi cerebro, se abotargába;
Con imágenes lujuriosas,
indebidas, obscenas, ardorosas.
Más por otra parte;
luchaba como un titán,
para apartar de mi mente...
Esas escenas ardientes.
Me senté frente a ella;
la miré frente a frente.
Se quitó, voluptuosamente el sombrero;
su hermoso pelo negro,
como alas de cuervo,
le caían en cascada...
Sobre sus hombros morenos.
Me miró solo un instante;
mitad luz, mitad hambre,
preñada de promesas...
Promesas realizables.
Vi un mar embravecido;
con profundidad ignota,
en su mirar y su forma...
Y en su fuerte poderío.
Sus dos bellísimos ojos;
negros como su pelo,
con sus maneras y formas,
sacaron chispas, de donde ya había fuego.
La bella pastora, con último movimiento;
lleno de gracia y salero,
su pesado chaquetón.
Me miró muy fijamente;
y se ofreció toda ella,
como ofrenda a un valiente...
Que acaba de ver la muerte.
Adornando las estrellas;
el hechizo, prendió por dentro,
subyugante y plañidero,
en mi pesar...
Me recordaba a mi pueblo.
Comentarios