"¡¡SIEMPRE LLUEVE SOBRE MOJADO!!". "HUNGRIA SUFRE LA PEOR CRISIS AMBIENTAL DE TODA SU HISTORÍA".

"Un ciudadano húngaro, con un traje protector limpia lodo tóxico procedente de una empresa de aluminio, de una calle en Devecser, Hungría".

"Trágica sopa de barro

y muerte, húngara".

"La avenida tóxica que ha devastado 40 kilómetros cuadrados, en la llanura magiar, comienza a afectar al Danubio, de momento menos de lo que se temía".

"LV. R.P. 08.10.2010."Soldados equipados para la guerra bacteriológica, con monos verdes impermeables y máscaras antigás, están limpiando los camiones pesados del ejército húngaro, a la entrada del pueblo".

"Junto a la estación de ferrocarril, el espectáculo es el equivalente a una riada del Maresme barcelonés: casas anegadas de barro rojo, con la línea del agua marcada a dos metros sobre las paredes, árboles arrancados o grotescamente inclinados en la misma dirección, hacia levante, puertas y ventanas destrozadas, y multitud de objetos desparramados, por lo que fueron huertos y ahora, es un espacio devastado cubierto de barro".

"Sería comprensible, sino fuera porque esto es una llanura, sin una sola pendiente que de fuerza a las aguas. Sin embargo todo habla de una gran fuerza, una fuerza tremenda y arrolladora que el lunes, a las 12, 30 del mediodía, se lo llevó todo por delante, incluidas cuatro vidas, y media docena de desapariciones, en lo que se describe como la peor catástrofe ambiental vivida por este país".

"La Señora Zita Soha dice que "oímos un estruendo". Sus vecinas, todas ellas refugiadas en el desván de sus casas cuando llegó la avenida, hablan de un ruido, "como de caballos al galope que se acercaban", de "camiones pesados" que hacían temblar la vajilla en el aparador, mientras los perros ladraban extrañamente".

"Agnes Varga, vecina de la calle Moricz, explica desde la ventana como fueron las cosas, pero el llanto le puede y acaba sollozando, "¡¡nadie me ha ayudado, nadie me ha ayudado!!". Hoy se cumplen cuatro días, pero muchos aun llevan el miedo y la emoción en el cuerpo".

"Decenas de vecinos de esta calle, y de la contigua, la calle Arpad, que lleva el nombre del segundo Príncipe de Hungría, figuran entre las 130 personas hospitalizadas, porque lo peor no fue la avenida, sino su tóxico contenido en metales pesados, arsénico y plomo, sustancias radiactivas y cancerígenas, lo que ocasionó heridas y quemaduras por mero contacto y deja una perspectiva de secuelas, por contaminación de la tierra y las aguas, aun por aclarar y cuantificar".

"En medio de un intenso tráfico de soldados, voluntarios, policías y mirones, el camión cisterna del ayuntamiento de la capital, es como una aparición. Va regando el asfalto con su surrealista mensaje escrito en la cuba: Aszep tiszta Budapester, Mantener Budapest limpio y bonito".

"Al cuarto día, el barro se empieza a secar, y no se sabe lo que es peor, pues una vez convertido en polvo, es trasladado por el viento y se mete en las vías respiratorias".

"Algunos de los vecinos dicen, que no piensan regresar nunca a sus casas y que "el pueblo se ha muerto", dicen. Es una verdad a medias, porque tanto este pueblo, como el vecino de Kolontar, sólo están afectados entre un 15% y un 10%, en lo que se refiere a viviendas".

"La parte de verdad, la confirma el propio primer ministro, Victor Orban que en su visita a Kolontar ha dicho literalmente, "del puente para abajo la reconstrucción, no tiene sentido".

"El contraste de este campo de batalla, con los 160 kilómetros que hemos recorrido desde Budapest es brutal: dos horas de autopista flanqueada, por plácidos campos de maíz, un maíz seco y gris, que, en octubre, aun está por cosechar, algo muy raro".

"Este ha sido un verano, un año, muy lluvioso aquí y el gris del maíz, podría ser la clave y el origen de esta catástrofe color rojizo. Podría haber sido precisamente la lluvia, la que hizo insoportable la presión que reventó la presa, que desencadenó el desastre".

"La presa del depósito de la empresa MAL, el gigantesco complejo de aluminio de la localidad de Ajka. "No hay nadie, y no se puede pasar", nos dicen los guardas con actitud poco amistosa. Al fondo dos gigantescas chimeneas y dos montañas, a la izquierda de lignito, a la derecha de escorias".

"Accedo a la presa por otro lado, y ahí se entiende todo. Está situada sobre un alto de unos cuarenta metros que domina el curso del Torna, un ridículo riachuelo con un cauce de apenas dos metros de ancho".

"Su lecho fue el que indicó el camino a la masa, que contenía el depósito industrial: entre 700.000 y un millón de metros cúbicos de sopa tóxica, resultado de 20 años de producción de aluminio".

"Esa masa explica la fuerza. Convirtió el minúsculo lecho del Torna, en un impetuoso río de mierda industrial de centenares de metros de ancho. Su rastro color remolacha se extiende a lo largo de unos 25 kilómetros, desde la presa de Ajka hasta la localidad de Kisberzseny".

"Entre ambos puntos, se encuentran otros cinco pueblos; los mencionados Kolontar y Devecser, parcialmente devastados, y Somlóvásarhely, Tüskevar y Apácatorna".

"El minúsculo Torna, que ha arrastrado piedras de diez toneladas cerca de Kolontar, se convierte en un problema, al fluir hacia el norte y desembocar en el Marcal, este en el aún mayor Raba y este, a su vez, en el Danubio, a setenta kilómetros, que es la vena aorta de esta nación y de Europa Central".

"La tóxica sopa de remolacha, ya ha llegado al Danubio: su habitual PH de entre 5,5 y 6, medía ayer tarde 7,9 en algunos puntos junto al Raba. La salud del gran río es aquí el gran tema, y toda la atención se centra en ello, pero la impresión es que el problema se va a poder encauzar. Literalmente".