"QUE HAY DETRÁS DE LAS CELEBRACIONES DE ESTE FIN DE SEMANA?".

Imagen del Passeig Lluis Companys de Barcelona donde cientos de personas se concentraron tras el fin...


.- “No creo que estas celebraciones de un solo día supongan un gran cambio en el sentido estrictamente epidemiológico”, sostiene Pedro Gullón, que recuerda que “también en Génova [la sede del PP en Madrid] hubo mucha gente el martes” celebrando el resultado electoral y no por eso va a haber un repunte significativo de casos. 

.- El efecto de las aglomeraciones de este fin de semana, considera Gullón, “es mucho más simbólico”, al “generar tensión y enfado en cierta gente”, principalmente en los sanitarios, que lidian a diario con las consecuencias del virus, y en familiares y víctimas del covid.Gullón advierte de que este fin de semana ya se ha registrado un aumento de casos en Madrid con respecto a la semana anterior, “así que si dentro de dos semanas sube la incidencia no creo que sea por las aglomeraciones del sábado, sino porque ya se venía produciendo de antes”, señala. 

.-,Actualmente, la tasa de incidencia de la Comunidad de Madrid es de 302 casos por 100.000 habitantes, frente a los 188 de la media nacional.No creo que estas celebraciones de un solo día supongan un gran cambio en el sentido estrictamente epidemiológico El epidemiólogo confía en que “lo de este fin de semana no tenga continuidad ni haya un cambio de comportamiento en todo el mundo”. 

.- “Los fines de semana anteriores ya ha habido botellones y fiestas en casas”, recuerda Gullón. Sin ir más lejos, el fin de semana pasado se desalojó a cerca de 1.200 personas de fiestas ilegales por todo el país y la semana anterior, a mil. Sólo en una finca de Ciempozuelos (Madrid), la Guardia Civil encontró a 400 estudiantes en una macrofiesta el 30 de abril, una semana antes de que acabara el estado de alarma.“Las únicas medidas que se acaban con el estado de alarma son el toque de queda y el cierre perimetral; el resto, cada comunidad autónoma va con su desescalada”, apunta Gullón. 

.- En esto mismo lleva insistiendo las últimas semanas el Gobierno central, que de momento descarta aprobar normas adicionales para hacer frente a la recta final de la pandemia.Volviendo a lo que ocurrió este fin de semana, José Ramón Ubieto recalca que las imágenes de aglomeraciones corresponden sólo a una parte minoritaria de la población. 

.- “No todo el mundo ha respondido igual. Hay gente que cree que todavía no hay nada que celebrar, y otros que no son propensos a grandes aperturas”, señala.Ahora no somos más egoístas de lo que lo éramos antes  El sociólogo Ferran Giménez tampoco cree que la falta de responsabilidad haya sido la norma en esta pandemia. 

.- “El movimiento negacionista ha sido una explosión de hiperindividualismo, de no querer tomar ninguna responsabilidad con respecto a tus congéneres, pero ha sido minoritario”, insiste. “Luego ha habido otra parte de la población, sobre todo en barrios con cierto carácter comunitarista, donde se han creado redes vecinales” que han sido el contrapunto a ese individualismo feroz, recuerda.

.- “No creo que el egoísmo haya sido un rasgo definitorio en la pandemia, ni que ahora seamos más egoístas de lo que lo éramos antes”, coincide Ubieto. El psicólogo considera que este fin del estado de alarma ha sido distinto al anterior —que terminó el domingo 21 de junio de 2020— porque la población tiene la sensación de que este será “el definitivo”. 

.- “Ahora la gente no sólo celebra una desescalada, sino que empieza a pensar que esto se está terminando”, razona.Ferran Giménez aporta otro punto de vista distinto, y señala al “relato” que se está dando desde instituciones y medios de comunicación, que en su opinión juzgan situaciones similares con distintas varas de medir. 

.- “Nadie se ha echado las manos a la cabeza por ver el metro a reventar en hora punta cuando la gente va a trabajar, porque eso se considera ‘normal’, una obligación y un riesgo que hay que correr. Ahora vemos ese mismo tipo de aglomeración, pero con otros fines, que son lúdicos, y entonces sí decimos: ‘Qué barbaridad’”, plantea. 

.- Nadie se echa las manos a la cabeza al ver el metro a reventar porque ir a trabajar se considera una obligación. Ahora vemos ese mismo tipo de aglomeración, pero con fines lúdicos, y decimos: ‘Qué barbaridad’Su colega José Ramón Ubieto incide también en que “los políticos no han estado a la altura de lo que se espera de ellos como gestores de la cosa pública”, y cita “las contradicciones, las diferencias de opinión ventiladas en el terreno público, la disparidad de criterios y los tira y afloja”, que no han ayudado “en absoluto” a la población, sino que han contribuido a exacerbar esa fatiga pandémica. 

.- “No sé si la desescalada se podría haber hecho más progresiva, pero seguro que sí se podía haber hecho con más coherencia”, sostiene. En cualquier caso, Ubieto confía en que la explosión de celebración de este fin de semana no se repita con tanta fuerza en los próximos días. “Cuando abres la gaseosa, sale disparada la primera vez. La segunda sale ya más suave”, ilustra. 

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