"YO NO ESTOY A FAVOR, DE LA ENERGIA NUCLEAR, PERO QUIERO TENER TODAS LAS COMODIDADES ACTUALES".
"EL MOVIMIENTO ANTINUCLEAR ALEMÁN,
DA UNA LECCIÓN DE CONSTANCIA Y
PERSEVERANCIA CIVIL".
"El lunes por la noche, un convoy de camiones especiales, llegó al centro provisional de almacenamiento de residuos nucleares de Gorleben, en el norte de Alemania, a orillas del Elba. Transportaba 123 toneladas, muy radiactivas, de residuos y vidrio contenedor, procedentes de centrales nucleares alemanas que son reprocesados en el centro francés de La Hague, en la costa de Normandía, y devueltos a Alemania, donde aun no saben que hacer con ellos y los depositan "provisionalmente" en Gorleben".
"Excepto los treinta últimos kilómetros, los residuos hacen el viaje en tren, en unos contenedores (TN-85) que, oficialmente, sólo representan peligro para una persona que esté, a más de tres horas y media junto a ellos".
"LOS ANTINUCLEARES, REBROTAN EN ALEMANIA CON BLOQUEOS
Y PROTESTAS, ANTE UN COMVOY DE RESIDUOS NUCLEARES".
"Desde que el lugar fuera designado, como basurero nuclear, en 1979, Gorleben, se convirtió en la Catedral del movimiento antinuclear alemán, uno de los más activos y pioneros de Europa".
"En 1980, ahí se creó la "República Libre de Wendland", que levantó un poblado de casas y chabolas de madera, en el lugar previsto para el basurero, proclamó la independencia y repartió pasaportes entre sus miembros. Aquella comuna, duró solo un mes pero inspiró a toda una generación. El entonces líder de los "jusos" (las juventudes del SPD) un tal Gerhardt Schröder, envió un mensaje de apoyo a aquellos peludos "okupas". Desde entonces han pasado treinta años".
"El calentamiento global ha puesto al carbón en el puesto de enemigo público número uno que en los ochenta ocupaba la energía atómica, que está siendo rehabilitada. Los suecos, que fueron tan pioneros como los alemanes en aquel histórico "no gracias", vuelven a construir centrales nucleares. Pero los alemanes se descabalgaron de la energía nuclear en el año 2000, cuando la coalición socialdemócrata/verde de Schröder, aprobó un horizonte de abolición completa de la energía nuclear en el país para el año 2020".
"En la esperpéntica última cumbre del G-8 de julio en Hokaido (Japón), Alemania se quedó sola defendiendo un plan de acción anticalentamiento global a base de energía eólica y solar. Todo eso es resultado del movimiento antinuclear de los ochenta. Ahora, la Canciller Angela Merkel dice que quiere revisar el plan de cierre de las centrales nucleares de sus predecesores "roji-verdes", y, naturalmente, cita los imperativos del calentamiento global. Lo de este fin de semana sugiere que tal replanteamiento será políticamente complicado".
"La movilización contra el transporte, el convoy número once de una serie de muchos años, ha sido masiva y tenaz, la mayor movilización desde el 2001. Ha sido necesario emplear a 16.000 policías y gastarse una fortuna, más de veinte millones de euros, para que el tren cargado de basura eterna y sobrevolado por helicópteros policiales, alcanzara su destino, con cuarenta horas de retraso sobre lo previsto. En la frontera franco alemana, que marca una línea entre el mayor vigor antinuclear de Europa y la olímpica indiferencia del país más nuclearizado, activistas encadenados a los bloques de cemento de la vía férrea lograron detener el convoy durante doce horas".
"Paralelamente, tres sabotajes de sistemas de señalización ferroviaria complicaron el tráfico en toda la región, incluida la conexión de alta velocidad entre Berlín y Hamburgo. En los alrededores de Gorleben, policía y ciudadanos jugaron al gato y al ratón el domingo y el lunes, organizando bloqueos y desalojos en las diversas rutas de acceso a la antigua "República Libre de Wendland".
"Decenas de activistas se encadenaron a las vías, algunos agricultores atravesaron sus tractores, con los neumáticos deshinchados en las rutas. Excepto seis manifestantes heridos y algunas piedras y petardos lanzados por una minoría, la movilización fue pacífica y organizada, con médicos y abogados observando la movida, y hasta delegaciones de policías extranjeras observando el dispositivo de dispersión y desalojo de sus curtidos colegas alemanes".
"La última noche, decenas de manifestantes durmieron encadenados sobre los raíles soportando la temperatura ambiente de siete grados. Entre ellos había desde jubilados con décadas de activismo antinuclear a sus espaldas, hasta adolescentes que al día siguiente tenían que ir al cole. Gorleben ya es una saga generacional. También es una lección de constancia, de parte de una sociedad que está a años luz de la española en su capacidad de respuesta a los desmanes ambientales y paisajísticios, lo que al final no es mas que un medidor de la autoestima nacional".
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