"HOY AQUELLAS JÓVENES SIGUEN TENIENDO RELACIONES PESE A SU EDAD AVANZADA".
"Hablamos con varias abuelas, sobre cómo era su vida sexual".
"¿Si tú estás aquí, es porque tu abuela se lo montaba con tu abuelo?. ¿Pero cómo lo hacían?. Varias señoras nos lo cuentan".
.- Ayudé a mi abuela Juana a ducharse. Para ella, todo lo que estaba entre las piernas, hacia delante y hacia detrás, se llamaba culo. Me giré, dándole intimidad para que se lo lavase. Entonces dijo, con aquella franqueza cómica con la que trataba los temas sexuales: "De tanto tener niños, ya no tengo agujeros separados. Creo que tengo un solo hoyo grande por el que sale todo junto. Que yo no sé muy bien lo que hay ahí, porque nunca me lo he visto".
.- Imaginaba a mi abuela, detrás de mí, con un pozo insondable entre las piernas. Ese pozo era, en realidad, una laguna de represión y desconocimiento. Mi abuela me dijo, en alguna ocasión, que ella "se lo pasaba muy bien" con mi abuelo. Aun así, muchos puntos de su vida se adscriben a la norma social de la época. El cuerpo como ente impuro, maldecido por las palabras de la Iglesia, la mirada de Cristo y de la sociedad siempre presentes, la mano que aparta la del novio, la virginidad, la sangre y la amenaza de pecado constante, todo ello confluyendo en ese agujero de misterio.
"Yo nunca había visto un pito tieso y recuerdo que no podía parar de reír. Al día siguiente no podía mirar a nadie a la cara"
.- Carmen Baladrón, madrileña de 70 años, afirma: "Lo teníamos muy crudo, porque éramos muy ignorantes, esclavas del "ya te enterarás"". Como todo lo relacionado con los procesos del cuerpo, la menstruación era un tema de faldas para adentro. Meryl Velasco, donostiarra de 67 años, recuerda escenas que llenaron su infancia de misterio: "Mi tía le hizo una bata a mi madre y esta le dijo: "este color tan claro no me convence; se puede manchar, ya sabes de qué". Al ver que yo estaba escuchando, cortaron la conversación".
CHICOLEAR
.- Carmen Baladrón saca a relucir el doble rasero de la Iglesia: "Un cura nos mandó a ir a su casa a recoger los resultados de un examen de religión. Mi padre, cuando se enteró, se vino conmigo. El cura se quedó pasmado al verlo. Fíjate, qué querría el cura si nos mandaba a ir a buscar los exámenes a su casa". La familia, sin saber que el cazador estaba tan cerca, formaba una jaula de protección y vigilancia alrededor de la pureza de la joven. "Justo antes de casarme -recuerda Meryl- fui una noche con mi prometido a preparar el piso que nos habíamos comprado. Al volver a casa, mi padre me montó una gordísima, y me llamó de puta para arriba".
.- La nonagenaria Angelita se ríe recordando su primer beso, que se lo dio al que fue su marido, fallecido hace ya 30 años. "No te lo creerás, pero fue el mismo día de la boda, delante de la familia. Pensé: qué morro más duro".
LA FLOR
.- Carmen Baladrón se ríe cuando le pregunto por su pérdida de la virginidad: "Mi marido decía de broma: "Hay quien se casa por haber jodido. Y yo me caso para joder, porque no me ha dejado mojar nada esta mujer"". Mari Carmen Grande coincide con ella: "Había que morir virgen y mártir. Y mi madre con eso era muy dura, de escopeta y perro, como digo yo".
.- Tanto Meryl como Teresa coinciden en el shock que les produjo ver por primera vez un pene en erección. "Yo nunca había visto un pito tieso -reconoce Teresa- y recuerdo que no podía parar de reír". Meryl habla sin tapujos de su inocencia en aquel momento: "No sabía ni por dónde había que meter las cosas, para que me entiendas. Era todo muy confuso. Fue muy bonito igualmente. Al día siguiente nos fuimos de viaje de bodas a Canarias, y yo no podía mirar a nadie a la cara, porque me parecía que se me podía ver en los ojos que había follado".
UNA ASPIRINA
"Yo cerraba las piernas fuerte. Pensaba que era imposible que aquello me 'cabiera'. Yo nunca había metido ni un meñique ahí dentro"
.- Carmen Baladrón reconoce que la anticoncepción era un páramo de desconocimiento: "No usábamos nada, hasta que un amigo nos trajo de Francia unas pastillas que se metían por la vagina. Era muy incómodo, así que hacíamos la marcha atrás. Íbamos a ciegas".
TU PLACER ES TUYO
.- Angelita se parte de risa cuando le comento esa frase feminista. "Antes se hacía el amor para hacer hijos o cuando se le antojase al marido. Ahora se dice que es muy importante que la mujer esté contenta. Yo no sé si he tenido el gusto del sexo, lo que se siente. Creo que alguna vez sí".
Meryl recuerda las primeras sensaciones de aquellos años.
.- Había veces, antes de casarte, que te besabas y te hacías arrumacos con tu novio, y sabías que si seguías por ahí te iba a fulminar un rayo: por un lado, en la cabeza por mala, y en el bajo vientre porque, si seguías, eso era lo que te iba a pasar". Y rememora con una sonrisa el largo camino recorrido: "Éramos autodidactas. No hemos salido mal para la poca idea que teníamos". Teresa está de acuerdo, pero recalca un dato, fundamental para ella: "Nuestra libertad, casi todo el tiempo, consistía en saber mentir, incluso a veces a ti misma. Aprendías a mentir a los diez años y ya no parabas. Era nuestra única arma".
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